SIN GRITAR NI RENDIRSE

Otras de las cosas que el Señor Jesús no haría están en estos versículos; la primera que menciona indica su mansedumbre, ternura y autoridad; No gritará, ni alzará su voz, no por eso dejó de declarar el mensaje de salvación, pero dado lo espiritual de su reino, asumió la tarea sin incitar a la guerra, sin tocar trompeta; no solamente enseña, proclama, controvierte, de manera pausada sino que en los momentos de su sufrimiento, enmudeció, no abrió su boca, Isaías 53: 7

¡Cuánta enseñanza en su actitud! El Señor a través del cómo lo hacía nos enseñó humildad, obediencia y mansedumbre; no fue un maestro ni un líder que se impuso a través del grito; nos enseña que nuestras armas son espirituales, no humanas, que las altisonantes arengas no son las mejores estrategias, que es diferente la autoridad que el autoritarismo.

Viene en seguida otra enseñanza, no verbal, testimonial: No se cansará, ni desmayará hasta que establezca en la tierra justicia. Constancia, perseverancia y diligencia son características de su obra, no solamente de su ministerio terrenal. Todo lo que Él hace conduce al establecimiento de la justicia de Dios. La más grande manifestación es la obra redentora. Su tarea no termina con su muerte pues su resurrección es la base de nuestra fe, que nos impulsa a evangelizar como medio de establecer, por Su gracia, la justicia de Dios en la tierra.

El Señor Jesucristo, no solo dio ejemplo de coraje, determinación y constancia, sino que enseñó a sus discípulos y sigue capacitando a sus siervos para que a pesar de las adversidades podamos decir como Él, consumado es.

No tenemos dudas que hay muchas circunstancias adversas que hacen que como cristianos desfallezcamos; que la oposición, manifiesta de diversas maneras minan el ánimo; que el crecimiento de la maldad y las manifestaciones de iniquidad, crean sombras de incertidumbre y de cansancio, pero recordemos: Poned los ojos en Jesús autor y consumador de la fe,… para que vuestro ánimo no se canse (Hebreos 12:2-3).

REFLEXIÓN:
No es gritando, ni alzando la voz sino trabajando sin pausa que podemos ser instrumentos en el establecimiento del Reino.