Devocional 28 de Diciembre 2018

EL SILENCIO DEL PADRE


MATEO 26:44 "Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras".

Cada acontecimiento del sacrificio del Señor Jesucristo es un cuadro de dolor y sufrimiento, pero cobra especial significación el episodio de su tiempo de oración en el Getsemaní. Va con sus discípulos aun huerto de olivos con el propósito de orar, invita a Pedro, Juan y Jacobo a acompañarlo un poco más adelante y les confiesa su angustia, su tristeza; por ser su círculo más cercano les pide que velen con él mientras se adelanta un poco más.

Algunas características rodean esta velada de oración. Se postra sobre su rostro, reiteradamente expresa su súplica: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú, tres veces se dirige al Padre con la misma petición, el tiempo de oración, cada vez es como de una hora, sus discípulos amigos no resisten la velada ni siquiera la primera hora, en la primera ocasión recrimina a Pedro y los exhorta a velar y a orar como recurso contra la tentación, les recuerda que el espíritu está dispuesto pero la naturaleza humana es débil.

El punto de meditación hoy es hacer notar que no hay respuesta del Padre. Él guarda silencio ante la súplica angustiada del Hijo. Es cuadro realmente penoso: La angustia y tristeza del Señor Jesucristo y el doloroso silencio del Padre, una oración cuya respuesta no llegó de forma expresa, una oración de absoluta dependencia y aceptación de la voluntad del Padre, una oración que muestra el sacrificio por el pecado en toda su dimensión, una oración que a pesar de la no respuesta muestra la íntima comunión de Padre-Hijo en el plan de salvación, una oración que magnifica el amor de Dios por la humanidad. El Padre guardó silencio.

Es posible que todos nosotros hayamos dirigido insistentemente oraciones cuya respuesta ha sido el silencio, el Señor Jesucristo lo experimentó y siempre cerró su súplica con la expresión sincera, amorosa: Hágase tu voluntad, expresión que indica la plena confianza en los planes de Dios y la absoluta obediencia a sus decisiones, expresión que está por encima de su sufrimiento, dolor y angustia.

REFLEXIÓN:
A pesar del silencio el Señor Jesucristo no dejó de orar ni de confiar en que la voluntad del Padre es la mejor respuesta, que el Señor nos ayude a entender su silencio de manera reverente y confiada. Él calla de amor pero también de dolor.


Escrito por:
Myriam González de Bohórquez
Docente y Tutora del IBPS

Lo expresado en los "Devocionales" representa la opinión de los escritores y no necesariamente de los directivos.